En la primavera del año 2001, me encontraba en Madrid, apenas un par de meses antes de comenzar el que sería el gran viaje de mi vida. Rompía con todo y me marchaba a triunfar a Japón, ante la incredulidad de la mayoría, la sorpresa de algunos, y la oposición de unos pocos. Contaba yo, a la sazón, 26 años y me encontraba pletórico de energía, ilusión y fuerza para acometer tal empresa.
Apenas dos años antes, por razones demasiado largas como para explicar en este blog, había decidido marcharme para allá, y durante todo ese tiempo tuve que enfrentarme al hecho de que absolutamente nadie a quien yo conociera creyó que fuera capaz de lograrlo. Durante todos esos meses mis días se dedicaron a satisfacer cinco puntos, cuatro de los cuales fueron logrados, y equivocándome plenamente al no alcanzar el último: